viernes, 26 de agosto de 2011

Peru 21 Entrevista a Edwin Montoya

Conocido como El Puquiano de Oro y El Señor del Huayno, Edwin Montoya -integrante de Los Tres del Perú.
"A mí, desde niño, me gustaba cantar música criolla y latinoamericana. Mi papá cantaba y tocaba la guitarra. Él cantaba también pasillos y tangos. Entonces yo soy un compendio de todo eso. Mi padre fue un zorro de arriba y un zorro de abajo: Estudió la primaria en Huamanga, la secundaria en el Guadalupe y fue a la Universidad Mayor de San Marcos", recuerda Edwin Montoya. Conversamos en el Centro Social Musical Felipe Pinglo Alva. En las paredes, en fotos del Chino Domínguez, nos acompañan los grandes de la música peruana.

¿Cuándo vino a Lima?

Antes de venir a Lima, fuimos a Ica. Fuimos los hermanos. Mi padre quería que sus hijos fuéramos algo en la vida y nos mandó a la gran unidad escolar San Luis Gonzaga, de Ica. Ahí terminé mi secundaria y, entonces, vine a Lima, en 1961.

¿Cómo lo recibió la ciudad?

Yo tenía un sueño que se cristalizó no solo con la música. De hecho estudié, en la Escuela Nacional de Música, impostación de voz, vocalización, canto y guitarra. Creo que el artista que no aprovecha el don que le ha dado Dios, que no lo profesionaliza, termina en cualquier parte. Lo otro que me interesaba era el periodismo taurino. Junto con la música, nacieron en mí los toros y el deporte.

¿Cómo se aficionó por los toros?

Mi padre fue señorito torero, aficionado práctico. Como se dice criollamente, de raza le viene al galgo. Yo de chico iba a las corridas que se daban en los pueblos de la sierra a la usanza española, cuando no había plazas de toros. Se aprovechaban las plazas de armas de los pueblos, las calles se cerraban con carros. Y la afición era fuerte. El ganado se traía de Lucanas. Eran descendientes de los toros bravos que trajeron los españoles. Mi afición por los toros hizo que, cuando yo estaba estudiando en Ica, viniera a Lima para ver las corridas. Aprovechaba un carro que venía de Puquio, mi tierra, cuyo dueño era conocido de mi papá. Y con el mismo me regresaba. He visto a grandes toreros: Paco Camino, Diego Puertas, El Cordobés, Antonio Ordoñez. es decir.

Usted es conocido por interpretar música criolla y también huaynos. ¿Qué le inspira cada uno?

La música criolla fue herencia de mi padre. Y tiene una riqueza musical hermosa. Pero la tragedia siempre ronda y cuando mi padre murió, a los 64 años, me interrogué sobre la música y empecé a estudiar la obra de César Vallejo, José Carlos Martátegui y José María Arguedas. Inclusive tengo un tema llamado César Vallejo, que lo canté en 1999, en su tumba, en Montparnasse, en París. Y a José María le he hecho una canción en quechua.

Cuénteme de Los Tres del Perú.

Formé el trío con Rafael Amaranto y Juan de Dios Rojas. Nuestro primer concierto fue en 1971, en la Sala Alcedo. Ese fue nuestro punto de partida. Ahí nos apoyó Abraham Falcón, el famoso constructor de guitarras, que nos regaló una a cada uno. Me he reencontrado con Juan de Dios y el viernes y sábado (hoy y mañana) vamos a estar aquí rememorando las mejores canciones de Felipe Pinglo, Manuel Acosta Ojeda y Chabuca Granda. La música criolla nunca va a morir. Hay que transmitirla a los jóvenes y los niños.

¿Qué tema de Manuel Acosta le gusta más?

El tema cumbre de Manuel Acosta Ojeda es Madre, encierra toda una conjunción de valores, de poesía y de reconocimiento frente al ser que nos dio la vida. Creo que es una canción valiosa a nivel mundial.

Cuénteme de los países que ha conocido.

Comencé por La Paz, Bolivia. Seguí por Cuba; estuve tres meses y medio en La Habana. Ahí aprendí lo que en el Perú me hubiera tomado 10 años aprender. Conocí a artistas de la talla de Los Compadres de Cuba, a Omara Portuondo, a Silvio Rodríguez y a Pablo Milanés. Estuve en Estados Unidos, pero no me agradó mucho. Más me gustó Europa. Fui invitado a España para tres conciertos y me quedé dos años. Allá lo que tuve fue un espaldarazo taurino. Conocí todas las plazas y asistí a todas las ferias. Ya me puedo morir tranquilo. Extraño mucho ese país.

¿Usted ha logrado vivir de su arte?

Todo lo que tengo se lo debo al arte. Tengo una vivienda, he tenido un carro -que se lo llevaron sus dueños. (sonríe)-. El arte me dio todo y gracias al arte he conocido medio mundo.